Era muy de madrugada y aquello estaba en su máximo esplendor, palpitante y descubierto de la punta totalmente esas últimas pulgadas descubiertas, y el grosor aumentado por la presion interna, las venas sobresalían de la piel y la cabeza interior expuesta al máximo, con el brillo de su rostro lo descubría su ansiedad de algo, el roce de las sábanas molestaba y eso le despertó, había adquirido sus propias decisiones de levantarse antes que el propietario de la mansión, sin pedir permiso actuó a su libertad, y erguido cuál mástil de bandera a todo lo alto y firme se destapo, sintiendo el frío madrugador que como gallo se imponía ante la oscuridad y sin pena alguna y ante tal frío no se inmutó en calmarse frente a tal temperatura, las hormonas a su máximo nivel y se prestaba en pose para una impresión gráfica de su dote de poste o antena de señal satelital, quería llegar hasta tocar las nubes, pero no había, la luna apenas en creciente dibujaba una ranura en la oscuridad nocturna y pensó llegar a ella pretendiendo ser la entrada a su confortable nido, sin saber que no muy lejos ahí se encontraba, cual complemento y seguidora suya, su húmedo aposento deseoso de albergar tan viril huésped, que plácidamente estará dormida descansando su jornada y su cansancio debido a las inconveniencias de los vicios causados en sus vecinos.
Así duro un rato sin encontrar la prometedora zona húmeda de su cálido aposento, lugar habitual de pertenencia y anhelo de su estancia feliz, se resigno a disminuir poco a poco, después de que cubriendo su desnuda punta, fue calmando su impetu vigoroso de su erguida y tentadora posición, no sin antes dejar estragos de babear un poco los deseados labios inferiores de cierta hendidura, en la cual soñaba y motivo de su despertar airoso presto y listo para la actividad deseada.
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